EL COMEDOR ESCOLAR. LA ALIMENTACIÓN DESDE EL PUNTO DE VISTA EDUCACIONAL.

Durante la infancia, la hora de la comida puede ser una de las más temidas en muchos hogares. Normalmente los adultos reproducimos los patrones de aquello que vivimos en nuestros primeros años de vida. Frases como: “¡abre la boca!”, “¡cómetelo todo!”,… se repiten generación tras generación; produciendo escenas de tensión y desgaste en muchas familias. ¿Nos planteamos un cambio?, ¿mejoramos nuestro planteamiento a la hora de alimentar a nuestros hijos?

Cada cierto tiempo llaman a nuestras puertas algunos padres desesperados: “lo dejo en el comedor, a ver si así come algo”. Detrás de su caras hay muchas preocupaciones y muchas horas de lucha delante de un plato.

El ser humano para desarrollarse necesita cariño, alegría, juegos, amor,… y, evidentemente, nutrición. Por ello, el primer paso será acudir a un profesional sanitario siempre que tengamos inquietudes o dificultades graves. El pediatra es la persona indicada para asesorar a la familia y descartar problemas de salud. Igualmente hay aspectos emocionales que influyen en la alimentación infantil: los cambios drásticos, los celos, los cambios de rutina,… exigen más flexibilidad y paciencia.

Una vez descartados problemas de salud como intolerancias o alergias, nos planteamos un plan de acción, que será importante seguir en todos los contextos, tanto en casa como en el comedor escolar. Lo primero que debemos asimilar es que no hay recetas infalibles. Cada persona es única y el progreso del niño nos irá marcando el camino. Sin embargo, hay algunas premisas que no debemos abandonar.

Lo primero que necesita un niño para comer es hambre. Parece evidente, pero no siempre lo tenemos en cuenta. La alimentación no es una ciencia exacta, no todos comemos la misma cantidad ni todos los días comemos lo mismo. Si quieres que tu hijo realice cinco comidas al día, controla el tamaño de las raciones y establece unos horarios. Así llegará con hambre suficiente.

Relajémonos. Perder los nervios y convertir el momento de la comida en una pelea no hará más que empeorar la situación. No pierdas los nervios, y si ves que va a ocurrir, retírate; espera un rato, respira y vuelve con otro aire.

¿Hasta qué punto nuestra felicidad depende de ver un plato vacío?, grábate a fuego esta frase: “no obligues a comer al niño”. Tu papel como adulto es poner a su alcance los mejores alimentos dentro de tus posibilidades, la dieta más sana y adecuada para tu familia. Recuerda, “el adulto elige la calidad, el niño la cantidad.” No se trata de comer todo, es mejor intentar que pruebe un poco, que descubra nuevos sabores. Obligarle a comer sí o sí, es la mejor forma de lograr que rechace esa comida.

Establece un tiempo máximo. Un niño que ha tenido delante comida, que ha probado algo y que ha pasado unos 30 o 45 minutos sentado delante de un plato, no morirá de hambre; pero si estará bastante tensionado y agobiado. Mañana será otro día, una nueva oportunidad para educar y alimentar al niño.

Respeta sus gustos. Si tú eres incapaz de probar la alcachofa, no pretendas que el niño se coma un plato rebosante de alcachofas. El objetivo es nutrirse, y hay otras muchas verduras que pueden aportarle esos nutrientes. Ponte en el lugar de niño y trata de tener empatía con él. Ofrécele variedad y justifica tus elecciones: “comemos verduras porque aportan fibra”, “el huevo nos facilitará las proteínas necesarias”,…

Come sano, pero come bonito y apetecible e implica a toda la familia en la preparación de la comida, desde el momento de la compra hasta la presentación en el plato. Negocia con los niños, “comemos pizza pero añadimos tomate natural”, “la hamburguesa del fin de semana la hacemos en casa y la acompañamos de ensalada”, “si pruebas el lenguado, podrás comerte las patatas”,…

Por último, volvemos a recalcar que nos alimentamos para nutrirnos y al mismo tiempo contemplamos la comida como un acto social y familiar. Pero la comida no es un premio; olvida las chucherías como regalos o sobornos.

Para nosotros el comedor escolar es mucho más que un lugar donde comer. Es parte de la educación integral de la persona. Comer es un acto familiar y social. Comiendo nos relacionamos con los demás, hablamos, nos contamos cómo ha ido el día,… La hora de la comida es además tiempo de descanso en el horario escolar, tiempo de distensión y convivencia donde continuar nuestra labor educativa y disfrutar.