“No puedo cambiar la dirección del viento, pero puedo ajustar mis velas para alcanzar el destino”.
Jimmy Dean
(Artículo escrito por Lucía Vahí Sánchez de Medina, y publicado en el blog de la web de www.schoolmars.com )
El cambio siempre da vértigo, pero la escuela no puede permanecer ajena a la sociedad en la que vive y los acontecimientos que se dan en ella. En apenas una década de experiencia como docente, ya nada es como era. La educación cambia a un ritmo vertiginoso: atrás quedaron los años de contenidos inamovibles en currículum cerrados y lo que hoy es innovación, mañana quizás no lo sea.
Si hay una premisa básica en las nuevas corrientes métodológicas es la de abrir las ventanas y puertas del aula, derribar muros, real y metafóricamente hablando. Igual que un soplo de aire fresco, la escuela necesita dejar entrar al mundo real dentro de la vida diaria del aula. Si nuestros alumnos están viviendo en un mundo que nada tiene que ver con el día a día en clase, los contenidos dejan de tener sentido para ellos.
En estos años de ejercicio docente hemos presenciado la llegada de los ordenadores, las pizarras digitales, los iPads,… revolucionando nuestra metodología y mejorando los procesos de enseñanza aprendizaje. Rompiendo la brecha y acercando la vida escolar al mundo real en el que viven nuestros alumnos.
Hace un tiempo, decidí dar un paso más dejando entrar a la robótica en el día a día de nuestro aula de Infantil. Una actividad hasta ahora relegada principalmente a extraescolares, que tiene cabida perfectamente en el currículum, enriqueciéndolo y aportando nuevas estrategias de aprendizaje.
Como toda innovación educativa, la implantación de la robótica como instrumento de aprendizaje en el aula, requiere de mucha formación por parte del docente pero, paradójicamente, necesita un cambio de premisa en el que el aprendizaje es guiado por los propios alumnos.
No se trata de aprender robótica, sino de aprender con la robótica. De emplear las bondades que nos ofrece la nueva tecnología para trabajar los proyectos que surgen en el aula. De abrir la mente a un proceso de enseñanza en el que alumno aprende los contenidos haciendo, haciéndose y haciéndolos. Nada se aprende si no emociona, si no se siente, si no se vive. Tomando la robótica como herramienta de aprendizaje nos permite contar con un instrumento de trabajo cien por cien manipulativo y creativo.
¿Por qué nos resistimos al cambio?
Muchos se escudan en que la robótica es cara. Si bien es cierto que necesitamos de una pequeña inversión, en el caso de infantil, no es más que la que puede requerir cualquier otra buena herramienta de trabajo. Por otra parte, la formación básica hoy en día está al alcance de la mano de cualquiera. Simplemente con una conexión a Internet podemos acceder a una gran ventana de conocimiento y a la experiencia de otros muchos docentes como nosotros. Al tratar la robótica como un instrumento de aprendizaje, más que como una asignatura, no es necesario dotar a todo el alumnado de un dispositivo individual. Es un recurso más. Un iPad o tablet, un pequeño y sencillo robot como es bee bot y una caja de mecanos y engranajes; aportan infinitas oportunidades de enriquecer el trabajo en el aula de infantil.
El docente, en ocasiones, suele anclarse en lo que le funciona. El miedo al cambio y a salir de la zona de confort es uno de los factores que impide a la escuela innovar. Mi mensaje es: nunca tengas miedo al cómo. Lo difícil es empezar y coger impulso, pero una vez que vas caminando surgen las victorias y los fracasos; y todos ellos son oportunidades de crecer y mejorar. Solo la práctica te indicará el camino a seguir en tu clase.
También es necesario dar a conocer experiencias reales, especialmente en aulas de Infantil, desconectando del concepto de robótica como programación, en el que el sujeto trabaja de forma individual, delante de una pantalla, sea tablet, móvil u ordenador. La robótica debe ser tomada como una aplicación en la que están presentes la tomas de decisiones, el consenso y la manipulación de los instrumentos. Ya que especialmente en infantil, la manipulación es la base para el aprendizaje. Algo que sería beneficioso extender a otros niveles educativos.
¿Qué aporta la robótica a los alumnos de infantil?
Fundamentalmente, en un primer lugar, aporta motivación, ganas de trabajar. El alumno, al contrario que el adulto, suele mostrarse activo y entusiasmado. Además, la robótica ha fomentado en mis alumnos la autonomía en la de decisiones y el espíritu emprendedor, porque sí, emprender con tan solo 4 y 5 años es posible.
Todos sabemos que el aprendizaje en infantil se sustenta principalmente en el juego y, precisamente la robótica es una herramienta proclive a la actividad creativa y lúdica, a la vez que enriquecedora del aprendizaje. Además, de la versatilidad que nos ofrece, ya que a priori, es un instrumento que podemos utilizar para trabajar cualquier contenido, independientemente de la temática, nivel o idioma en que nos encontremos, así como la condición del alumno, pudiendo adaptarse a diversas necesidades educativas. Es una herramienta apta para atender los diferentes niveles que aparecen dentro de un aula y, muy especialmente, las dificultades de aprendizaje.
Como juego placentero, la robótica aporta al niño algo tan importante como la posibilidad de ver un resultado, cumplir un objetivo y llegar a una meta mediante el trabajo realizado. Además de trabajar indirectamente la tolerancia a la frustración, ya que es proclive a tareas en las que es posible la autocorrección, cuando el alumno puede comprobar que algo no funciona sin tomarlo como un error; sino como una oportunidad para cambiar, mejorar, retocar,… y volver a intentarlo, contribuyendo al desarrollo cognitivo y metacognitivo.
Por último, mencionar las aportaciones que la robótica hace al desarrollo integral del niño, potenciando el pensamiento lógico matemático y creativo, la percepción espacial, la creación de hipótesis y la planificación y anticipación de consecuencias.
En definitiva, observemos la realidad en la que vivimos, y preparemos nuestras velas para adaptarnos a los nuevos vientos, para que en vez de frenarnos, nos impulsen y aporten mejoras en el complejo mundo educativo en que nos movemos.
Lucía Vahí Sánchez de Medina @Lucia_Vahi
Maestra y Psicopedagoga en @CELosRosales